En Estados Unidos, la industria de los cigarrillos electrónicos atraviesa un período tumultuoso, marcado por una regulación rigurosa y decisiones legales impugnadas. La agencia estadounidense de regulación sanitaria (FDA) se enfrenta a críticas por su gestión de las solicitudes de aprobación de productos de vapeo, con un índice de aprobación extremadamente bajo y decisiones a menudo consideradas sesgadas por los tribunales.
La FDA, que inicialmente no se mostró hostil al vapeo, ha endurecido su posición tras las controversias en torno al cigarrillo electrónico Juul. Aprobó un número muy limitado de productos, principalmente cigarrillos electrónicos con sabor a tabaco procedentes de la industria tabacalera, excluyendo de hecho una amplia variedad de sabores. Esta postura estricta ha llevado a prohibiciones de comercialización de ciertos sabores, incluido el mentol, con el argumento de que los fabricantes no han demostrado beneficios suficientes para los fumadores adultos.
Sin embargo, la justicia estadounidense ha contradicho varias veces a la FDA, anulando sus decisiones de rechazar la comercialización por motivos considerados arbitrarios o caprichosos. Los fabricantes estadounidenses de e-líquidos ganaron así su caso, lo que obligó a la agencia a reconsiderar sus prohibiciones.
A pesar de estos reveses legales y retrasos administrativos, el mercado del vapeo en Estados Unidos se ha vuelto en parte clandestino, con un aumento de las ventas de productos no aprobados por la FDA. Estos productos “ilícitos” continúan llegando, aprovechando las lagunas regulatorias y la incapacidad de la agencia para controlar eficazmente el mercado. Los retrasos en el procesamiento de las solicitudes de permiso están exacerbando el problema, con promesas incumplidas de finalizar las evaluaciones pendientes.
El mercado legal, por su parte, está dominado por unos pocos productos con sabor a tabaco, que luchan por atraer a los consumidores. Las ventas combinadas de estos productos autorizados representan una pequeña fracción del mercado total de vapeo, lo que pone de relieve el fracaso de la estrategia regulatoria actual para satisfacer las necesidades de los fumadores adultos que buscan alternativas al tabaco.
Esta situación pone de relieve los desafíos que enfrentan los actores del vapeo en los Estados Unidos, entre la regulación percibida como punitiva y la necesidad de brindar soluciones efectivas para dejar de fumar. Las decisiones de la FDA, a menudo criticadas por carecer de base científica, han provocado que algunos ignoren o eludan las regulaciones, alimentando un creciente mercado negro y poniendo en duda el enfoque represivo del vapeo.
